LA
SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL EN ESPAÑA:
SANTIAGO MASARNAU PRIMER PRESIDENTE
Sor María Teresa
Candelas Antequera H.d.l.C.
Es
importante, en estos momentos en que la Sociedad de San Vicente de Paúl va a
celebrar los 200 años del nacimiento de su fundador, se reflexione sobre la
biografía de SANTIAGO MASARNAU FERNÁNDEZ como Primer Presidente
de esta Sociedad en España. Y no solamente porque a él se debe la
fundación, sino porque su permanencia durante 32 años consecutivos al frente de
ella, le permitió ser su “NORMA
DIRECTRIZ”, “SU ALTO EJEMPLO Y SU ESPÍRITU VIVIFICADOR”. La
última etapa de su vida puede ser considerada como un MANUAL PRÁCTICO de los socios de las CONFERENCIAS de San
Vicente de Paúl.
Hemos
perdido UN ARTISTA, UN
SABIO y UN SANTO, así
lloraba Doña Concepción Arenal cuando se enteró de la muerte de SANTIAGO
MASARNAU FERNÁNDEZ desde una esquela mortuoria publicada en la Revista “La Voz
de la Caridad” el día 1 de Enero de 1883. Apenas hacía 15 días que había
partido a la Casa del Padre este gran hombre aunque muy pequeño y humilde en su
actuar.
Como
ARTISTA, fue un músico famoso, pianista y compositor. Nació en Madrid en
1805. Hijo de Santiago Masarnau Torres, natural de Copons (Cataluña) y Dª
Beatriz Fernández Carredano, natural de Omoño (Cantabria).
En
1808 su padre fue nombrado Secretario de las Reales Caballerizas de Córdoba al
servicio del Conde de Miranda. Este año marcó su infancia de un modo decisivo,
ya que, muere su madre cuando él cuenta tan solo tres años de edad. En esta
época la familia, Masarnau padre y sus tres hijos, viven en Andalucía.
Por
estos años, Santiago comienza a dar muestras precoces de estar muy dotado para
la composición e interpretación musical, iniciando su formación, en este campo
artístico, con el organista de la catedral de Granada, José Rouré y Llamas.
Cuando
en 1814 rey Fernando VII ocupa el trono
de España, la familia vuelve a instalarse en Madrid, donde el padre fue
nombrado secretario de la Mayordomía Mayor del rey. Mientras tanto él continúa
su formación en piano y composición con José Boxeras, José Nonó y Ángel
Inzenga. Además estuvo matriculado en el Colegio de Dª María de Aragón,
regentado por los Agustinos, de 1818 al 1820 estudiante de Filosofía para luego
continuar estudiando Matemáticas, entre 1820 y 1822 en los “Estudios Nacionales
de San Isidro”.
Por
el trabajo de su padre, su infancia estuvo muy relacionada con el Palacio Real,
donde tuvo oportunidad de participar en las actividades musicales de la Corte.
Muy pronto destacó como niño prodigio y con sólo diez años ejecutó, ante
Fernando VII y su corte, un concierto al órgano en El Escorial, interpretando
sus propias composiciones dedicadas a la Reina Isabel de Braganza, esposa de
Fernando VII. Tres años más tarde estrenó una Misa que fue interpretada por la
Capilla Real de Palacio en la Parroquia de San Justo y Pastor el día de San
Pedro de Alcántara participando él al órgano.
Los
años 1820-23 son también importantes en su vida, ya que siendo joven
adolescente fue testigo del llamado “Trienio Constitucional” con la exaltación
de los valores liberales que ello supuso en todo el país. La simpatía por la
nueva ideología es patente en su juventud y primera madurez, además de suponer
para él y su padre, por circunstancias poco claras, la pérdida del favor Real:
la supresión del título honorífico de Gentilhombre de la Real Casa que le había
sido concedido en el año 1819 con una pensión vitalicia de 300 ducados y la
jubilación del padre de sus empleos y cargos. Estas medidas siempre las
consideró totalmente injustas y varias veces reclamó estos favores, pero tuvo
que esperar a 1843 para ser repuesto en dicho título con motivo de la
declaración de la mayoría de edad de la reina Isabel II.
Buscando
otro ambiente político-social y deseando completar su formación musical,
abandonó definitivamente la idea de hacer la carrera de ingeniero de caminos y
marchó a París, pocos meses después de que hubiera muerto su hermana Dolores,
para ampliar sus estudios y labrarse un porvenir de éxito. Se abre de esta
forma un importante período en la vida del Siervo de Dios: sus residencias en
el extranjero: París y Londres fueron los puntos referenciales de esta larga
etapa. Todo ello supone que se sumerge e integra plenamente en el ambiente
cultural del momento: el ROMANTICISMO, con toda la carga afectivo-intelectual
que ello supone. Viaja mucho para la época, conoce y trata con lo más florido
de la intelectualidad europea de la época, así como con los exiliados españoles
por razones políticas.
Esta
residencia se vio interrumpida en varias ocasiones por viajes y estancias
prolongadas, más o menos, en España. En la primera de ellas acompaña a su amado
padre en el momento de su muerte; en otras será testigo de los excesos de los
gobiernos liberales que ocupan el poder después de la muerte de Fernando VII en
1833. Varios años estuvo enrolado en la Milicia Nacional, en el Sexto Batallón,
Compañía de Granaderos, al que también pertenecieron importantes músicos como
José Melchor Gomis, Pedro Albéniz, etc.
En París tuvo como profesor a Monsigny y en Londres a Cramer, primer pianista de Europa. Fue amigo de Rossini, Mendelsohn, Paganini, etc. y mantuvo relaciones con los compositores españoles que residían en estas capitales. Hay que destacar a José Melchor Gomis un joven valenciano con el que vivió con gran intimidad. Pronto empezó a componer, a dar lecciones y a figurar en programas de conciertos al lado de las más destacadas celebridades como un virtuoso del piano, sólo comparable al propio Cramer y a Liszt. Gracias a las recomendaciones de Rossini, tuvo discípulas como las hijas del infante D. Francisco de Paula. Su obra como músico tiene dos partes; una que podíamos llamar profana: música española, vals, conciertos, sonatas… y otra parte música religiosa. Esta última más abundante a partir de su conversión en 1838. Desde 1843, que regresa definitivamente a Madrid, sólo compuso música religiosa.
CULTURALMENTE
Masarnau fue un hombre muy instruido. Participó plenamente en la cultura
romántica de su época. El señor Masarnau quiso hacer de su hijo un matemático,
pero sus aficiones y aptitudes orientaron su vida hacia la música; no obstante
sabemos que aventajaba en conocimientos a la mayor parte de sus camaradas. El
círculo de sus amistades abarcaba, no solamente celebridades del mundo musical,
sino otras muchas destacadas en Literatura, Humanidades, Políticas y Sociales.
D. Manuel José Quintana, D. Pascual Gayangos, Pedro Madrazo, Donoso Cortés,
Olozaga, embajador en Francia, Argüelles, Mendizábal, Patricio Escosura,
Mesonero Romanos, D. José María Quadrado, su biógrafo, Vicente de la Fuente.
Con Concepción Arenal tuvo una estrecha relación. Influyó bastante en sus
libros: El Visitador del Preso y el Visitador del Pobre, el cual corrigió antes
de ser enviado a la imprenta.
Fue
miembro del Ateneo de Madrid, como nos lo confirma el Acta de Fundación y
posteriores Juntas Generales. Allí se relacionó con personalidades que
alcanzaron un puesto importante bien en la política, en el mundo de las Artes o
en la aristocracia de la Nación, tales como el Duque de Rivas, Alcalá
Galiano, Larra, etc.
Dominaba
el francés y el inglés como su propia lengua y leía el alemán y el italiano.
Sus estudios de Matemáticas, de Física, de Astronomía, así como un amplio
conocimiento de Humanidades, hicieron de él un hombre polifacético en el campo
del saber. No en vano participó en las tertulias intelectuales decimonónicas en
Londres y en París junto con los hermanos Madrazo, Ochoa, Andrés Borrego; se
conservan cartas cruzadas que confirman esta estrecha relación.
La
última faceta, la de SANTO, su labor
de perfección y santidad que llegó a alcanzar Santiago Masarnau, es lo que se
está investigando en la actualidad y lo que ha llevado a comenzar el Proceso de
Canonización que se inició el día 5 de Junio de 1999 a fin de que toda la
Iglesia reconozca su calidad de vida entregada, admire y tenga como ejemplo a
este hombre que desde su actuar en su mundo, en la época que le tocó vivir,
supo hacer de su vida UNA ENTREGA al servicio de los más amados de Dios: LOS
POBRES.
En
este mundo materializado e invadido por el consumismo, necesitamos MODELOS DE
REFERENCIA, hombres de carne y hueso como nosotros que nos hagan recordar la
trascendencia. Es cierto que muchos sectores de la sociedad actual están
valorando EL SERVICIO a los demás, a los más desvalidos. Son la pléyade de
voluntarios que, desde diferentes motivaciones, ya sean religiosas,
humanitarias o filantrópicas, están entregando, muy generosa y gratuitamente
parte de su "haber". Es en este contexto donde hay que recuperar la
figura de este hombre que desde el laicado, con un espíritu profundamente
cristiano e impulsado por el motor de la Caridad, se fue entregando poco a poco
hasta poder decir a la hora de su muerte; HE ENTREGADO TODO.
Cuando
un ser humano tiene una fuerte experiencia de Dios como SANTIAGO MASARNAU, a
medida que va profundizando en su amistad, se hacen más capaces de ayudar a sus
hermanos, creciendo en caridad y produciendo frutos de santidad.
El
Siervo de Dios SANTIAGO MASARNAU, por su estatus social, su cultura, el cargo
de su padre en el Palacio Real y el suyo propio (Gentilhombre de Palacio de
Casa y Boca), por su contacto con la Corte y con la aristocracia de Madrid,
París y Londres, pudo haber sido un hombre brillante de la sociedad de su
tiempo, pero una vez convertido y convencido de ese amor a Cristo, que
experimentada en la Oración, en la Sagrada Comunión y sobre todo en el contacto
con los Pobres, supo renunciar a todas las glorias humanas, a su fama como
artista musical, para dedicarse a una callada y humilde actividad de
“VOLUNTARIO DE LA CARIDAD” que para él era lo más preciado.
LA OBRA DE MASARNAU: LA SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAÚL EN ESPAÑA
El
año 1838 Santiago Masarnau se instala en París al regresar de Londres, a los 33
años de edad. Dios le salió a su encuentro y sufre una gran transformación. Su
vida experimentó un giro copernicano. Empezó a gustar, más intensamente, de los
ejercicios de piedad y la lectura asidua de la Biblia y del Kempis. Hasta entonces
su cristianismo había sido más reflexión filosófica que vivencia cristiana. En
la Cuaresma de ese año realiza una minuciosa Confesión general que le ocupa 15
días y se queda ganado para la causa divina. El 19 de Mayo hizo una Comunión
general en la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto, este día fue el punto de
arranque de su conversión y ya sin interrupción frecuentará los sacramentos,
dedicándose a la oración y a la caridad en su doble dimensión: Dios y el
prójimo. Desde entonces, sus grandes amores fueron: la Eucaristía, la Santísima
Virgen, la Iglesia, el Papa y sobre todo LOS POBRES.
El
día 9 de Junio de 1839 tomó contacto con las Conferencias de San Vicente de
Paúl en la Parroquia de San Luis d’Antin, dándose tan ardientemente que a los
pocos meses le nombraron tesorero de la misma.
La
perfección alcanzada por Masarnau fue adquirida en la práctica de las
Conferencias, en ese libro cuyas páginas son los Pobres. Cuando su hermano le
reprendía por la generosidad de sus limosnas, él le contestaba: “Si supieras lo que me han dado y me dan
los Pobres, no extrañarías lo que les doy yo a ellos”.
Santiago
Masarnau regresó definitivamente a Madrid en el año 1843 donde siguió
fomentando su afición a la música, sobre todo dando clases en el Colegio
“Masarnau” fundado por su hermano Vicente, creando coros de niños en las Casas
de beneficencia de Madrid, componiendo y publicando sus obras musicales, así
como redactando algunos artículos para “EL ESPAÑOL” y “EL ARTISTA”. Los socios
de allende los Pirineos le instaban para que fundara las Conferencias en una
nación como la nuestra, tan arraigadamente católica. En principio se resistió
por el recelo que despertaba en Madrid una Institución importada del extranjero
y que en cierto modo “SECULARIZABA LA CARIDAD”. Este gran obstáculo lo venció
Mr. Lefeburier, miembro activo de la capital francesa, al detenerse en Madrid
de paso para Sevilla. Don Santiago se decide por fin a fundar la primera
Conferencia y como únicamente necesitaba tres socios para lograr su objetivo, buscó
a D. Vicente de la Fuente y a Anselmo Ouradou, profesor de francés de su
Colegio, y el domingo día 11 de Noviembre de 1849, festividad de San Martín,
tuvieron la primera reunión. Hecha la colecta reunieron 85 reales y 3
maravedíes. Adoptaron los primeros pobres; Paca Sanz, viuda con cuatro hijos,
Valentina, viuda con cinco hijos y su madre anciana y Ventura Broco, anciana y
pobre de solemnidad. Fueron visitadas aquel mismo día por D. Santiago y
Ouradou. En la cuarta sesión recibieron como socio a D. Pedro Madrazo y el 8 de
Diciembre, celebraron la primera comunión general, con la asistencia de los
cuatro primeros socios, en los Capuchinos.
DESARROLLO DE LA SOCIEDAD EN NUESTRA
PATRIA
En
España creció y se difundió rápidamente la Sociedad de San Vicente de Paúl. En
el año 1850, primero de su fundación, empezó a crecer la lista de la
Conferencia con el ingreso de otros socios, en su mayoría jóvenes. Masarnau se
multiplicaba para instruirles y hacer la visita a los pobres con ellos. Cuando
se enviaron a París los estadillos para solicitar la Agregación definitiva, ya
tenía la Conferencia 10 socios que visitaban a 22 acogidos. El Consejo General
dio la Agregación para España el día 4 de Marzo de 1850. Los socios seguían
aumentando y para el 11 de Noviembre de 1850, aniversario de la Fundación, tuvo
que dividirse en dos. La primera fue la de S.
Sebastián y la segunda la de Santa
María de la Almudena.
En
el transcurso de este primer año fue favorecida la Sociedad con dos Decretos,
uno del Excmo. Sr. Comisario general de Cruzada, el 24 de Junio conteniendo dos
Breves de Indulgencias que concedía a la Sociedad el Papa Gregorio XVI y otro
de su Eminencia el Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo, Bonel y Orbe, del 29 de
Octubre, autorizando y recomendando la formación de la Sociedad.
El
11 de Mayo de 1851 se fundó el Consejo particular de Madrid destinado a
relacionar las diversas Conferencias que se fundaran en la capital. El mes de
Julio, S.M. la Reina concedió su autorización y el 8 de Diciembre se celebró la
primera Junta General en una Capilla de la Iglesia de los “italianos” bajo la
presidencia del Excmo. Sr. Cassou, capellán de Palacio Real, primer miembro de
honor de la Sociedad.
Por
el mes de Septiembre de 1851, se instalaba una nueva Conferencia en Burgos,
primera de provincias, con motivo de haber pasado por allí D. Santiago al
regreso de San Sebastián. Vio en la catedral a un desconocido que rezaba con
gran recogimiento, le esperó a la salida y le propuso que fundara en la capital
burgalesa una Conferencia. Era el organista de la catedral, D. Agapito Sancho,
que después fue el primer Presidente de la misma. Nació bien modesta pues sólo
contó en sus principios con cuatro miembros.
El
año 1852 se desmembró nuevamente la Conferencia de San Sebastián, aparece una
nueva con el nombre de Santa Cruz y la de Santa María de la Almudena dio origen
a la de San José. Este mismo año se fundó en Calella (Cataluña), 16 de mayo y
las de Jaén, 27 de Octubre, Santander, 8 de Noviembre y Huesca, 24 de Octubre,
elevándose el Consejo particular a Consejo superior. Y por último en 1853 se
crearon las de Valladolid, 20 de Marzo de 1853, Rueda, 24 de Marzo, Salamanca, el 26 del mismo,
Lérida, el 26 de Junio y Palencia el 15 de Septiembre, ya había un total de 14
Conferencias en toda España.
Otras
cinco se establecieron en 1854: San Martín, 5ª de Madrid el 1 de Enero, la de
Vergara el 8 de Abril, Melgar de Fernamental el 4 de Mayo, Segovia el 2 de
Julio y la de Ezcaray el 8 de Octubre.
Este
desarrollo fue mucho mayor en 1855 en cuyo año se desarrollaron 21
Conferencias; en 1856 fueron 43 las agregadas y se establecieron 3 Consejos
particulares que fueron los de Salamanca,
Valladolid y Sevilla. En el año 1857, 32 Conferencias agregadas y 9 Consejos
particulares. En el 1858 se llegó a 114 el número de Conferencias agregadas;
más de 2 por semana.
Estos
fueron los primeros pasos de la Sociedad de San Vicente de Paúl que vio
multiplicarse sus fundaciones en progresión geométrica. Al cumplir los siete
años de vida ya tenía más de 100 y cuando llegó a dos lustros colocó a España
en el primer puesto del mundo después de Francia. Por la rapidez de su
crecimiento pudo sobrepasar al país fundador. En el curso de otros diez años
Francia albergaba 500 Conferencias cuando la Sociedad llevaba veinte años de
labor, mientras que al cumplirse las dos décadas en España, pudo contar con una
estadística mágica: 694 Conferencias, 46 Consejos particulares, 9.916 socios,
14.409 familias visitadas y 3.000.000 de reales ingresados en el haber de la tesorería.
Habría
que mencionar también la gran cantidad de Obras que dependían de las
Conferencias además de la visita domiciliaria como escuelas, visita de
hospitales y cárceles, obra de regularización de matrimonios, roperos, cocinas
económicas, etc.
Este
éxito tan excepcional podía poner en riesgo la sobria humildad característica
de la Institución. A ello salió al paso D. Santiago en su Discurso del 8 de
Diciembre de 1859:
“… No a nuestro trabajo, no a nuestras
virtudes es debido la gran Obra, sino que a pesar de nuestra tibieza, de
nuestras omisiones, de nuestro orgullo, de nuestros pecados, lo ha verificado
Dios. Allí no brilla ni campea más gloria que la de Dios, allí no se admite más
talento ni dotes que los que Él concede, ni más celo que el que infunde, ni más
virtudes que las que inspira. Abandonados a nosotros mismos no somos sino
miseria, error pecado, nada…”
Santa
y cristiana manera de empequeñecerse, de esconderse, de pisotear todo
movimiento de vanidad en el instante mismo en que escalaba la cumbre de la
victoria.
Esta
Obra se vio probada con el signo de la persecución. En 1868 apareció en la
Gaceta de Madrid un Decreto disolviendo la Sociedad y ordenándose la
incautación de sus bienes. La actuación de D. Santiago ante tan desagradable suceso
fue de gran serenidad espiritual, sin quejas, críticas, ni palabras disonantes,
sino aceptándolo con humildad, como una prueba de Dios. Llegó el Comisario a la
COLMENA, nombre con que D. Santiago bautizó la Sede del Consejo por su
laboriosidad y dulzura, notas que quería se destacaran en ese lugar, y le dijo
a Masarnau: “No comprendo que una persona de las prendas de Vd. pueda emplear
tantos días visitando a gentes tan zafias y repugnantes como esa pobretería”. Y
D. Santiago le contestó con serenidad y calma. “Cuestión de gustos señor, yo no
comprendo la diversión de un pescador de caña que se pasa las horas muertas
aguardando a que acudan al cebo los pececillos.”
Disuelta
la Sociedad, Masarnau siguió visitando a los Pobres dos horas por la mañana y dos
por la tarde, acompañado de un socio distinto cada vez y haciendo con doce
socios, la labor de trece parejas. Tenían en su casa un cepillo, donde él y el
socio que iba a buscarle depositaban la limosna. El cepillo se abría todas las
semanas. Antes de empezar la visita y una vez terminada, entraban a rezar en
una Iglesia y por el camino hablaban sobre los pobres. Se puede decir que
hacían una reunión completa.
Pasados
seis años. Se levantó la suspensión de la Sociedad y volvió a despertarse,
organizarse y crecer; bastantes se perdieron, otras se renovaron y otras nuevas
volvieron a surgir.
La
biografía de Santiago Masarnau es muy distinta de la de Federico Ozanam. Por
una parte es menos conocido y por otra sus vidas tuvieron una trayectoria muy
diferente, pero ambos confluyeron en algo muy esencial: Consagraron los
esfuerzos al servicio de los Pobres.
La
Sociedad de San Vicente de Paúl en España se ha marcado UN RETO para
profundizar y dar a conocer al hombre que trajo a España esta caritativa
ASOCIACIÓN.
El
ejemplo de Masarnau, hay que retomarlo como norma y directriz del actuar de los
vicentinos españoles. Hay que desentrañar las enseñanzas que hay encerradas en
su vida, en sus discursos, en sus cartas, en el entusiasmo por difundir su
Obra, en las sentencias que él nos dejó. Estamos en un momento muy especial. La
Sociedad ha cumplido 150 años de existencia y hay que renovar propósitos,
retoñar energías y sobre todo un culto ardoroso de reconocida gratitud hacia
aquel que supo dar todo por los pobres y por la Sociedad. Cuando en 1866 la
Reina Isabel II le restituye en su cargo de Gentil Hombre con 1.000 escudos de
sueldo, que le hubieran podido asegurar una vida cómoda y agradable, renuncia
con un precioso escrito alegando que el servicio a los pobres y la Sociedad no
les es compatible. Sus obras hablan todavía; él es el reglamento vivo y el
Manual del Socio. Él que vivió en un período de grandes inquietudes y luchas,
tuvo una larga vida, muriendo a los 77
años, el 14 de Diciembre de 1882. Él llegó a todos los sacrificios: desde
despojarse de su abrigo en lo más crudo del invierno para dárselo a un pobre,
hasta cargar sobre sus hombros un cadáver que los sepultureros no querían bajar
por las escaleras de la casa.
En
esta gran figura que, al lado de la de Federico Ozanam, es otra antorcha de
esta SOCIEDAD de San Vicente de Paúl, podemos encontrar su sabia dirección de
la palabra y el inapreciable estímulo del ejemplo de su vida.
A
lo largo de los tiempos, numerosos testimonios y publicaciones sobre su Obra y
su figura han ido apareciendo. En vida, Pedro
Madrazo, escribió sobre su faceta de crítica musical y la delicadeza de
tratar el Tema. Asimismo, Juan Donoso
Cortés, Concepción Arenal, Vicente de la Fuente, José Mª Esperanza y Sola, José Mª Quadrado, su primer biógrafo y
otros muchos, nos han hablado sobre su fama de santidad.
Cuando
murió Santiago Masarnau dijo Concepción Arenal: “La muerte ha helado aquellas manos, siempre abiertas para los pobres,
la pérdida irreparable de D. Santiago sería un duelo nacional, si hubiera
nación…”
Tal
vez olvidó la ilustre pensadora, al escribir estas palabras, que los grandes
hombres como el Fundador de la Sociedad en España, no mueren nunca. Aquellas
santas manos no podrán helarse mientras la Sociedad exista, porque será ella,
las manos de todos los consocios, las que repartan los socorros a los pobres y
porque él desde el cielo seguirá bendiciendo la Obra que un día, inspirado por
Dios, hizo germinar en nuestro suelo.
Santiago Masarnau fue
enterrado en una tumba muy sencilla en el cementerio de la Sacramental de San
Justo en Madrid, en el patio de San Millán (tumba nº 34).
El
epitafio es una muestra más del talante humano y cristiano del fundador en
España de las Conferencias, eclipsando su actividad como músico de notable
categoría; dice así:
"D. Santiago de
Masarnau. Fundador y Primer Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en
España. Falleció en esta Corte el 14 de Diciembre de 1.882, a los 77 años de
edad. Dichoso el que cuida del débil y del pobre. Salmo 40.2".
El
13 de Mayo de 1996, fueron exhumados sus restos y trasladados a un sepulcro
construido a la entrada del Templo Nacional de la Sociedad de San Vicente de
Paúl, calle Verónica, 11, en Madrid.
En
el momento de su exhumación se recogieron con sumo respeto y veneración, además
de sus restos óseos conservados, la parte de sus vestidos que sirvieron de
mortaja y el crucifijo que tenía colocado entre sus manos. Este lugar es visitado por numerosos fieles,
los cuales alcanzan de Dios favores por su intercesión.
El
11 de Noviembre de este año 1999, se cumplieron 150 años de la fundación de las
Conferencias de la Sociedad de San Vicente de Paúl en España. Aprovechando este
gran acontecimiento, los vicentinos quieren conmemorarlo introduciendo "El
Proceso de Canonización" del que en su día puso "La Primera
Piedra": SANTIAGO MASARNAU
FERNANDEZ.