BREVE SEMBLANZA DE
SOR CECILIA CHARRIN
HIJA DE LA CARIDAD DE SAN
VICENTE DE PAUL.
P. José francisco Ramos Cm, Vice- postulador
Hablar de Sor Cecilia Charrín, es hablar de aquella hija de la caridad, que entendió la invitación de Jesús: Sígueme y pudo responder a la luz del Espíritu Santo, quien la llevó mas allá de sus fronteras patrias, al otro lado del mar: “A Guatemala la mandó y a Guatemala llegó el 30 de agosto de 1930” escribe Sor Genevieve Chardin.
De ella se puede hacer un paralelo: No hizo alarde su categoría social, más bien se despojó de su rango y tomó la condición de Sierva de los pobres: Como la hermana de los pobres, la bautizó la sociedad guatemalteca y este fue su nuevo nombre con el que hizo su entrada al banquete de su Señor el día 13 de julio de 1973
¿Quién era Sor Cecilia? Procedía de una aristocrática familia francesa, cuyo Castillo familiar aun está en pie. Nació en el castillo de Nety, en Saint Etienne-des- oullieres (Rhone) Francia el 17 de febrero de 1890. Fueron sus Padres Maurice Charrín y Cesarinne Deverchere. Fueron sus hermanas Gabrielle e Isabelle. Fue bautizada el 1 de mayo de 1890, bajo el nombre de Marie Isabelle Rosalie Reneé.
Hasta antes de la primera guerra mundial, este patrimonio familiar, era una propiedad muy extensa y productiva, pero como era de esperar en estos conflictos, se quedó sin viñadores, sin mano de obra.
Además
de este contexto mundial, también la dirección de Castillo quedó sin el jefe de familia, al morir su Padre. Su
madre Cesarinne , viuda y de salud muy
frágil no pudo tomar el mando de dicho
Castillo y viñedo. Había que salir adelante. Es allí cuando Reneé, tomó
el puesto de mando y surge la
admiración de su madre, hermanas y
vecinos, por la forma disciplinada, austera y justa de manejar dicha propiedad. Se asegura que durante la guerra,
los pocos viñadores, laboraban bajo la dirección de Reneé, que trabajaba mano a
mano con ellos.
Por el hecho de pertenecer a una familia aristocrática, tuvo la oportunidad de vivir a la moda y ritmo de la sociedad de su tiempo, que le llevó hasta los amplios salones de fiestas y banquetes del palacio del Príncipe Alberto en Mónaco, asi lo expresaba ella, ya que un tío suyo era edecán de dicho Palacio.
Según, expresiones de ella misma, fue allí en Mónaco donde conoció a las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, no precisamente en el Palacio, sino el hospital que ellas atendían y que era paso obligado, por lo que tuvo un sin número de oportunidades de encontrarse con ellas y observar su trabajo a favor de los pobres y enfermos del principado. Al observarlas, decía, parecían blancas palomas por su corneta blanca y ello me cautivó.
Comienza así, el alto, mire y oiga de su vida. Ella era la nueva jefe responsable del Castillo. Su madre de contexto muy débil. Sus hermanas eran muy jóvenes. Cuando le comenta a su madre, su nuevo proyecto de vida, ésta le amenaza: Yo misma, le prenderé fuego al convento, el día que tu entres en él.
Reneé, estaba segura de su nuevo proyecto, sabía que a la par de esa alta sociedad, había también un mundo pobre que aspiraba y suspiraba por encontrar manos caritativas y corazones de misericordia. Estaba segura de su vocación. Hizo la promesa de entrar al Seminario de las Hijas de la Caridad cuando estuviera el castillo de Nety nuevamente en estado de funcionamiento y su hermana mayor, Gabrielle contrajera matrimonio.
Cuando
el espíritu sopla, propicia romper toda atadura y lleva a quien quiere a
dimensiones insospechadas. Así fue.
Tocada por el Espíritu, no vaciló en romper toda atadura y entró a la
Compañía de las hijas de La caridad de San Vicente de Paúl, con una claridad
sorprendente: Aquí estoy, porque
Dios me ha llamado” Después de la
guerra, realicé mis deseos de ser hija de la Caridad, afirmaba.
Hizo su postulantado en la Villete. “ La hermana que me recibió, me advirtió que cuando una persona entraba a la comunidad no regresaba nunca más a su casa y yo le respondí: Para eso vengo aquí porque quiero que mi sacrificio sea completo” Ese sacrificio, del que habló al llegar al Seminario, lo llevó en su sangre hasta el final: Cuando la madre general le propone ir a Francia a visitar a la familia, ella le pregunta se va a regresar a Guatemala, la Madre general, le dice que no regresará, a lo que Sor Cecilia contesta, Ma Soeur, si es así, entonces no voy y no fué. Para eso vengo aquí. “Deja que los muertos entierren a sus muertos” advirtió Jesús. Lc 9, 60. Hizo su seminario en la casa madre de las hijas de la caridad en París y allí recibió el santo hábito el 11 de abril de 1923.
Su envío y venida a Guatemala, coincide con la celebración del Centenario de las apariciones de La Medalla Milagrosa en la casa Madre en París. Viajó de París a Guatemala acompañada de un grupo de hijas de la caridad e hijas de María que habían asistido a la Centenaria celebración y así llegó a esta ciudad el 30 de agosto de 1930.
Allí tenemos a Sor Cecilia en su nueva Misión: Los pobres son mi peso y mi dolor, afirmaba San Vicente y allí estaba Sor Cecilia en la Casa Central, abriendo nuevos caminos en favor de los pobres. Por su fineza, virtudes y preparación quisieron asignarlas como maestra de novicias o enfermera, pero no aceptó. Su misión era servir directamente a los pobres y para ello había sido dotada con el don de la persuasión, del que se valía para obtener donativos y colaboradores.
Su obra que fue muy grande, no lo hizo sola. Como San Vicente, aprovechó la fuerza y el espíritu de los laicos, desde el más pequeño hasta el más grande, desde el más rico al más pobres, todos trabajaban con ella, “ y ahora que vamos a hacer Sor Cecilia” era como la jaculatoria que brotaba de aquellos buenos corazones, que se dejaron orientar por Sor Cecilia, al servicio de los pobres. Muchas se Congregaron en A I C, otras en la Asociación Luisas de Marillac, otras que le acompañaban por las calles de la Ciudad, etc, etc.
Bueno Sor Cecilia, ¿Qué hacemos ahora? La respuesta de ella no se hacía esperar. Con esta disposición de los laicos y con el don que ella poseía, se forja toda una obra de caridad que se ve como un don de Dios a favor de los pobres. Veamos:
1- Así, a pocos años de su llegada se hace de buenos bienhechores con cuyos donativos funda en 1941 una sala cuna que alberga a niños huérfanos y víctimas de una virulenta epidemia intestinal que causó la muerte de muchos niños.
2- Con su gran carisma y poder de convocatoria persuadió a jóvenes caritativas de familias ricas para atender un hogar de ancianos y fue así como el 15 de marzo de 1941 comenzaron esta hermosa labor brindando amor y cuidados a 100 ancianos abandonados.
3- Continuaron su labor fundacional de instituciones de beneficencia, logrando el 1 de febrero de 1943 abrir el sanatorio Hermano PEDRO DE BETANCOURT. Atendido por médicos generosos y casas médicas que proveían medicinas con las que Sor Cecilia hacia milagros a favor de los pobres enfermos.
4- En 1944 funda la escuela LA MILAGROSA en la casa central, con 8 profesores y 25º alumnas.
5- El 1 de Septiembre de 195 funda el TALLER SAN VICENTE en una casa donada por el gobierno, taller que fue pionero en la capacitación de madres obreras y desempleadas, donde aprendieron artes y oficios, que les permitieron salarios bien remunerados o establecer pequeñas industrias artesanales.
6- EL AMPARO DEL PATOJO, este fue un hogar que los vecinos de San José Acatempa le pidieron para sus hijos. Inició dando amparo y educación a 25 niños atendidos por una señorita, a la que ella misma supervisaba.
7- LA ESCUELA SAN VICENTE DE PAUL, en Tecpán, construida y dedicada para atender y educar a la niñez mayoritariamente indígena.
8-
Nunca descuidó la formación espiritual de niños y jóvenes, organizó
127 centros tanto en la capital como en
el interior del País, con la ayuda de las Catequistas inculcaba la fe en Dios y el amor al prójimo.
Estas son algunas de las obras físicas que durante 42 años de caridad Sor Cecilia fundó y sostuvo para atender exclusivamente a los pobres. Escuchó siempre el grito de los pobres. Para cada necesidad buscaba y tenía una respuesta pronta. Lo que hizo lo hizo bien, aun a costa de grandes sacrificios, porque su amor al pobre le causó insultos, vejaciones, lluvia, sol, sed, cansancio, incomprensiones, etc. Pero allí estaba su Buen Dios para consolarla y animarla a seguir adelante, mandamiento que cumplió hasta el último día de su vida física en que pasó a tomar posesión del reino preparado por Dios para sus ángeles y Santos. Quien podrá calcular el valor de estas obras, sino solo Dios que la impulsaba y los pobres sus beneficiarios.
Los medios de comunicación de esa época dieron grandes espacios para comunicar su fallecimiento. Una luz se apago en la tierra con la muerte de Sor cecilia. Prensa Libre Julio 14 1973 y en otro artículo: La Desaparición de Sor Cecilia es una gran perdida para el país. Ante su humildad y bondad no había corazón que se resistiera y conseguía cuanto solicitaba para sus pobres.
Después de tres décadas de su fallecimiento y delante de esa obras que perviven todavía a favor de los pobres, se organizó el Comité amigos de Sor Cecilia, que con la venía de Los Superiores y animados por ellos se propusieron iniciar el proceso de beatificación y canonización y así el 15 de marzo de 2006, el Señor Arzobispo Cardenal Rodolfo Quezada Toruño, abrió el proceso, luego de los trámites hechos a Roma que aprobó la apertura. El 29 de Noviembre 2006 se exhumaron sus restos y trasladados a la capilla de la Medalla Milagrosa de la Casa Central de las hijas de la Caridad en Guatemala. El Comité continua este largo camino del proceso.
En el camino de la historia se escuchará siempre su voz, por que obra sigue viva, los pobres la recuerdan y la aman, sus laicas siguen activas y en la antigua casona de la casa central, resuena su voz: AQUÍ ESTOY PORQUE DIOS ME HA ENVIADO. Allí regresó después de 30 años de ausencia, allí descansa, esa es su querida casa Central.